Colombina

Somos dos o más miradas a través de la escalera viendo qué pasa con las cosas. A veces escudriñamos desnudas de pretextos y otras tocadas por antifaces de acecho. Desde el aplomo de un cuerpo que confía en el mundo o ejerciendo la humana malicia de la curiosidad nos asomamos a esa fiesta o tragedia ajena, que observamos desde fuera pero termina confinándonos en la visión absorta de sus imágenes cambiantes. Nos preguntamos cuándo daremos el salto al campo de batalla, a la liza del placer y del dolor.
Queremos saber si vale la pena tanto ajetreo, la riesgosa apuesta de lo imprevisible. Cuál de las que somos, qué fórmula de todas ellas, nos representará en las funciones de gala de la existencia, de qué nos disfrazará la adversidad cuando nada sea cierto y poco importe.
Mientras tanto la muerte vive una vida de araña en los entresijos de la conciencia.
Teje, teje y teje, su estéril hilo intemporal.