Loba

Todos los días salgo a mendigar la ración de mi loba, que me mira desde el muro y merodea mis ansias amenazantes de voracidad. Me disfrazo de loca porque no basta serlo para soportar el jadeo y los aullidos de la bestia. No me deja dormir ni me da tregua su pupila furiosa, su ojo inyectado en sangre, el brillo de sus tornasoles, su mísera soberbia. Nunca está conforme con lo que recojo para ella en los basurales maniobrando anzuelos de lástima. Quiere más, sin perdonar que todas las lobas estamos solas en el mundo, las negras y las rojas, las del bosque de abedules y las de fiebres trasnochadas. Aunque durmamos en piyamas de seda nos alimentamos de besos enfermos y un sombrío filo de odio nos quiebra los sueños. Una noche de éstas me voy a ir en serio, voy a meterme en el cuadro que nunca compartí, y juntas la loba negra y la roja vamos a depredar el bosque para que nada muera.
(Inspirado en poemas de Laura Yasán)